Cáncer de hígado (hepatocarcinoma)

El hígado es el órgano humano sólido más grande y está ubicado en la parte superior del abdomen, debajo de las costillas, en el lado derecho del cuerpo. Se encarga de utilizar sustancias absorbidas por el intestino y producir proteínas que realizan diversas funciones en el organismo, como: coagulación de la sangre y defensa contra infecciones. Uno de sus productos es la bilis (almacenada en la vesícula biliar y eliminada en la primera porción del intestino delgado, llamada duodeno, a través del conducto que conecta estas dos estructuras).

Tipos de tumores hepáticos

Los tumores hepáticos, también llamados tumores hepáticos, se dividen en benignos y malignos, según su comportamiento clínico:

Tumores benignos: no son capaces de extenderse a otras regiones. Entre ellos destacan: hemangiomas, Hiperplasia Nodular Focal (HNF), osadenomas y quistes.

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Tumores malignos: pueden enviar metástasis al propio hígado, ganglios linfáticos, huesos y otros órganos, se dividen en primarios y metastásicos.

  • Tumores primarios: surgen de células del propio hígado (hepatocarcinoma) o de los conductos biliares que existen en el interior del órgano (colangiocarcinomas). Los angiosarcomas y los hepatoblastomas son tipos raros de tumores hepáticos. El carcinoma hepatocelular surge de células del hígado llamadas hepatocitos. Su incidencia a nivel mundial es muy alta, diagnosticándose alrededor de 500.000 nuevos casos cada año.

  • Tumores metastásicos: más frecuentes, ya que el hígado es un lugar común de metástasis de varios tipos de cáncer de prácticamente todos los órganos del cuerpo humano. Los más comunes son: el cáncer de intestino (colon y recto) y los tumores neuroendocrinos, cuyo tratamiento es quirúrgico siempre que sea posible. Recientemente, se han considerado para tratamiento quirúrgico casos seleccionados de metástasis hepáticas de otros órganos, como sarcomas, tumores de riñón, tumores de mama, melanoma, papila duodenal, tumores ginecológicos e incluso cáncer gástrico.

Diagnóstico

El diagnóstico del cáncer gástrico se realiza combinando pruebas de imagen (ultrasonido, tomografía computarizada o resonancia magnética nuclear) y pruebas de laboratorio (medición de alfafetoproteína, sustancia producida por la mayoría de estos tumores). En ocasiones, puede ser necesaria una biopsia de lesiones sospechosas.
La PET-CT es útil en la estadificación y en las decisiones terapéuticas en algunos casos.

Síntomas

Los principales síntomas incluyen: pérdida de peso, aumento del volumen abdominal (acumulación de líquido dentro del abdomen – ascitis) e ictericia (coloración amarillenta de los ojos y la piel debido a la acumulación de bilirrubina en el cuerpo).

Tratamiento

El tratamiento del carcinoma hepatocelular depende de la estadificación del tumor (extensión de la lesión en el hígado y presencia o ausencia de metástasis) y de las condiciones clínicas del paciente, especialmente de la función hepática.

Como en muchos casos existe cirrosis asociada, el tratamiento debe tener en cuenta este factor, por lo que es fundamental que este tratamiento se realice en un ambiente multidisciplinario desde el inicio, donde se discuta de manera conjunta entre el Cirujano Oncológico, el Oncólogo Clínico, el Radiólogo Intervencionista, Radioterapeuta, Equipo de Trasplante de Hígado, Nutricionistas y Enfermeros.

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Los principales factores de riesgo de esta enfermedad son: cirrosis hepática, causada por infecciones virales como la Hepatitis B y C y el abuso de alcohol; hepatitis autoinmune; hepatitis relacionada con la acumulación de grasa en el hígado (esteatosis hepática), relacionada con la obesidad; hipotiroidismo y síndrome metabólico.

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isa fernandes
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