La tiroides asegura el correcto funcionamiento de diversas funciones del cuerpo, como los latidos del corazón y las deposiciones, mediante la producción de dos hormonas: T3 y T4.
La presencia de nódulos en esta glándula es muy común, la mayoría son asintomáticos y no causan complicaciones ni perjudican la calidad de vida.
Los estudios científicos indican que entre el 30% y el 40% de la población tienen nódulos tiroideos. Pero alrededor del 5% de los nódulos son tumores malignos.
Los datos recopilados por Inca (Instituto Nacional del Cáncer) indican que este tumor es 3 veces más común entre las mujeres y, en Estados Unidos, corresponde al 3% de todos los casos de cáncer en mujeres.
En Brasil, se estima que el 1% de los tumores se encuentra en la tiroides.
Síntomas
El nódulo generalmente se diagnostica durante exámenes de rutina, ya que no presenta síntomas.
Diagnóstico
La ecografía es actualmente el método más avanzado para diagnosticar problemas de tiroides. Si el diagnóstico es positivo, el médico analiza el tamaño del nódulo y comprueba qué cambios está provocando en la glándula: hipertiroidismo, cuando la tiroides está hiperactiva; hipotiroidismo, cuando la glándula está poco activa, lo que hace que la producción de hormonas sea más lenta.
La ecografía no permite establecer la diferencia entre un nódulo benigno y uno maligno. Para confirmar el nódulo maligno se realiza una punción como examen complementario. De confirmarse, dependiendo del tipo de nódulo y su extensión, se puede recomendar una cirugía para extirpar parcial o totalmente la glándula.
Los tumores de tiroides se pueden clasificar en tres tipos:
Folicular: el 90% de los cánceres de glándula es de este tipo. Existen dos grupos para este tipo de tumor; El carcinoma papilar, predominante entre 30 y 50 años, representa 70% de casos, con altas tasas de curación, y el carcinoma folicular, más agresivo, que se manifiesta en personas mayores y corresponde a 20% de casos.
Parafolicular (carcinoma medular): el 5% de los cánceres de glándula es de este tipo, afecta a las células parafoliculares, encargadas de producir la hormona calcitonina, que regula el nivel de calcio en la sangre.
Indiferenciado: representa el 5% de los cánceres de glándula y se considera el más agresivo, manifestándose principalmente en mujeres de edad avanzada.
